Representación de la Estela de los Buitres
El relieve se presta a
creaciones más inventivas y libres, con menos recursos técnicos.
Una de las obras maestras sería el Vaso de Uruk y en la misma época
se ensayan formas más monumentales de relieve como acredita el
realizado sobre basalto con la representación de un príncipe
sacerdote en una doble escena de cacería de fieras.
En el periodo de las
primeras dinastías se siguieron realizando los vasos con relieves
planos y una rica temática simbólica, y se enriquecen el repertorio
de obras en relieve con nuevas creaciones y tan interesantes como las
placas cuadrangulares perforadas seguramente para ser fijadas a las
paredes de los templos con escenas con varios registros, entre los
que abunda las de ofrenda o la dedicación de un templo o una fiesta
sagrada. Por lo tanto, el relieve es la formula de la superposición
de registros que vana a tener una expresión magistral en la obra más
representativa de la época de las primeras dinastías: la Estela
de los Buitres.
Anverso y reverso de la Estela de los Buitres (época dinastía arcaica, 2900-2330 a.C.). Museo del Louvre, París.
El príncipe Eannantum de
Lagash conmemoraba en ella su victoria sobre la vecina ciudad de
Umma, gracias a la que resolvería su favor un viejo litúrgico de
fronteras. La estela muy mutilada y solo parcialmente conservada,
alcanza el 1,8 de altura, y tenia forma rectangular con la parte
superior redondeada. Los relieves ocupaban todas las caras, incluso
los cantos o bordes de la placa de caliza. La cara más narrativa
muestra en franjas superpuestas, entre escenas, al rey Enannatum al
frente de las tropas al pie o en su carro de guerra. Destaca en las
composiciones la minuciosidad en los detalles y la eficaz descripción
de un solido ejército: un grupo en falange cerrada, capaz de
arrollar todo a su paso, compone una especie de ''tortuga'' a la
romana con la yuxtaposición de los grandes escudos rectangulares
entre los que asoman agresivas lanzas. En la otra cara con dos únicas
escenas de gran formato, aparece el dios de Lagash, Ningirsu, que
sostiene en la mano una red con los enemigos vencidos, una imagen de
poder en la que se combina los hombrecillos de la red y la fácil e
inteligente asociación a un gesto de dominio sobre seres apresados,
mil veces contemplada por gentes habituadas a la pesca; por si
faltara algo, el dios golpea con la maza la cabeza de uno de los
desgraciados que asoma por el hueco de la malla.
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